En los años 1892 a 1894 Claude Monet se obsesionó con la catedral de Rouen.
Alquilo un piso al lado mismo de la catedral y realizo de forma febril unos cuarenta cuadros siempre con el mismo motivo: la fachada vista en diferentes horas del día.
Trabajaba a la vez en siete u ocho cuadros que iba cambiando a medida que la luz variaba. Son una de las obras cumbres del expresionismo, pinceladas gruesas, imagenes borrosas, texturas rugosas; una genialidad sin duda.
Monet acudía a la plaza para captar la fachada catedralicia con sol, niebla, nubes, al amanecer, atardecer, mediodía, en verano, en invierno, con nieve...